Ruta 40: Por los pueblos de la Cordillera
El paisaje de la Patagonia, desde Esquel hasta Río Mayo. Historias y leyendas de una región privilegiada.
En la franja oeste de Chubut, por donde surca la mítica Ruta 40, hay una serie de pueblos tan poco conocidos como repletos de riqueza cultural. Pasado y presente de diversas comunidades se conservan sobre un paisaje de estepas, lagos y bosques a la vera de la precordillera.
En total son 5.200 kilómetros de camino, desde Cabo Vírgenes hasta las alturas de Jujuy. A través de 11 provincias argentinas, la Ruta Nacional 40 es el eje de un abanico de atractivos que seduce a viajeros del país y del mundo.
Una de las regiones que recorre la legendaria carretera es la zona del oeste del Chubut. Después de pasar por Esquel, son 300 km de largos caminos de ripio en medio de enormes llanuras. Desde el km 1678 en el pueblo de Tecka hasta el 1355 en la localidad de Río Mayo, van desfilando por la ventanilla hombres a caballo, pescadores a la orilla de los lagos y antiguas estancias ganaderas. En la inmensidad de la estepa, apenas recortada por la precordillera, aparecen pequeñas aldeas sumidas en un absoluto silencio, en medio un valle de mesetas con un cielo azul profundo. Las casas, separadas por extensas hileras de álamos que en otoño lucen amarillentos, conforman una postal perfecta de los auténticos pueblos patagónicos.
Pero esta región chubutense, conocida como "Huellas de pioneros", en homenaje a aquellos que se animaron a surcar la inmensidad patagónica, conserva su identidad en cada museo, en cada calle y, sobre todo, en la memoria de sus habitantes. Tecka, además de ser un punto estratégico del camino -puerta de entrada al noroeste y el sudoeste chubutense por la 40 y camino hacia Trelew por la 26-, honra a uno de los caciques de la zona: Inacayal reinó hasta que fue desalojado de las orillas del lago Nahuel Huapi en 1885. Elogiado por el perito Francisco Moreno, quien lo encontró prisionero en Buenos Aires, el cacique tiene su mausoleo en esta localidad. El monumento tiene un condimento adicional. Recién hace una década los restos del jefe aborigen descansan en su territorio, luego de ser "repatriados" desde la ciudad de La Plata. Más al sur, Gobernador Costa -una pequeña ciudad a la orilla de la ruta- sintetiza los atractivos de la amplia región que la sigue. En medio de los canteros del bulevar principal, una hilera de carruajes de madera, que pertenecieron a los antepasados chubutenses, habla a las claras de largas odiseas por estas áridas tierras. Conocido como centro de servicios en la ruta, aquí suelen parar los automovilistas para llenar el tanque antes de una travesía por la estepa o para el último café antes de emprender viaje por la 40. Al costado de un cerro, el monumento al cacique Sayhueque, quien supo mandar a todas las tribus a fines del siglo XIX, invita a recorrer la localidad. Un museo cercano relata la convivencia entre las diversas culturas, pacífica a veces y otras teñida de tintes de belicosidad. Mientras, como si fuesen un pedazo de historia viva, los artesanos siguen practicando las artes ancestrales del telar.
A medida que esta localidad cobra un sentido diferente al de un mero alto en la ruta, comienzan a aflorar las historias sorprendentes que justifican moverse unos kilómetros. Apenas siete kilómetros separan San Martín de Gobernador Costa. Este pueblo, donde en 1941 se produjo uno de los primeros asentamientos de Gendarmería en la Patagonia, fue también escenario de un hecho histórico de suma trascendencia. Allí, convocados por el cacique tehuelche Casimiro Biguá, los jefes de varios clanes se reunieron en medio de la estepa con la intención de discutir acerca de la conveniencia de ponerse al servicio de la Argentina o Chile, los dos países que reclamaban soberanía sobre estas tierras. Luego de varias jornadas, el 3 de noviembre de 1869 juraron fidelidad a la bandera argentina.
Al recorrer las calles, llaman la atención las ruinas de lo que parece haber sido una fábrica. Más tarde, en el Bar de Bruno, los paisanos contarán que allí, durante la primera mitad del siglo XX, una cervecería les disputaba el trono a las grandes marcas, abasteciendo a toda la región austral.
De tiros y caballos
Si desde Gobernador Costa se emprende viaje hacia el oeste, en Río Pico sorprende la historia de los bandoleros norteamericanos Bob Wilson y William Evans, miembros de la pandilla de Butch Cassidy, quienes encontraron en estos paisajes la posibilidad de iniciar nuevas aventuras. Escenario de la llegada de los colonizadores alemanes que formaron la Colonia Friedland, Río Pico recuerda por momentos a las aldeas europeas con sus bosques y su fondo de cumbres nevadas. Aquí se filmó la película "El viento se llevó lo qué", de Agresti.
La cercanía con el lago Vinter y otros, a los que simplemente se conoce como los lagos 1, 2, 3, 4, y 5, hace que se lo llame "El paraíso de los pescadores". Estos espejos, rodeados de coloridos bosques, son un remanso para quienes se animan a vadear sus gélidas aguas en busca de truchas. Entre principios de otoño y mediados de primavera, resulta habitual ver a los pescadores con el agua hasta la cintura o embarcados con sus cañas a la espera de algún pez.
Al dirigirse al sur por el ripio, a unos 60 km asoma la silueta de Aldea Apeleg. Una serie de coloridas casitas esparcidas en medio de la soledad conforman este poblado de menos de 200 habitantes, uno de los últimos antes de llegar a la frontera. Aquí, en 1883 las huestes de Inacayal libraron la batalla final de la Campaña del Desierto contra las tropas del teniente coronel Palacios.
Unos 50 km más al sur, Alto Río Senguer nos recibe con el monumento a dos famosos animales de la zona: Gato y Mancha, equinos de la tropilla de Emilio Solanet que fundaron la raza criolla. Estos caballos, adquiridos en la zona al cacique Liempichín, cobraron fama mundial de la mano del aventurero suizo Aimé Tschifelly. El 23 de abril de 1925 emprendieron una travesía de Buenos Aires a Nueva York. Luego de tres años y medio, en los cuales atravesaron montañas de casi 5.000 metros de altura, soportaron temperaturas de 18 grados bajo cero, recorrieron 16.000 km y fueron recibidos con honores en la Casa Blanca.
Lagos, bosques y arrieros
Una interesante excursión es internarse en la senda que lleva desde Alto Río Senguer hacia Los Andes, en busca de los lagos Fontana y La Plata. Aquí, la paleta del pintor regala una postal de dos lagos azul zafiro, rodeados de bosques al pie de los picos nevados de la Cordillera.
El Fontana y La Plata son dos lagos de unos 150 km cuadrados cada uno, que dan origen al curso del río Senguer, con playas de pedregullo flanqueadas por impactantes bosques de lenga y ñire. Poco explorados y de densa vegetación, su silencio de verdes y rojos se interrumpe de tanto en tanto con el sonido de una cascada. Sobre la orilla del La Plata se alza un paraje conocido como Pueblo Brondo. Sus cabañas de madera sirven como hospedaje a exigentes amantes de la pesca, en su mayoría extranjeros.
De vuelta sobre la 40, más al sur, sobre el cañadón del río homónimo, la localidad de Río Mayo se enorgullece de ser sede de la Fiesta Nacional de la Esquila. Importante centro lanero, esta ciudad clave en el tránsito hacia Chile, además de ovejas muestra otra faceta de la cría de animales para la industria textil: la cría del guanaco. En la estancia Don José se desarrolla el proyecto Guenguel, que combina la producción con el turismo. El establecimiento cuenta con una cabaña para alojar huéspedes y un galpón acondicionado como lugar de eventos. Además, funciona como criadero de guanacos. Allí es posible acercarse a los animales mientras el personal relata el proceso que transforma su pelaje en finas prendas de exportación. Cuando se deja atrás Río Mayo con destino a Los Antiguos, ya en Santa Cruz, queda el recuerdo de esos kilómetros que albergan un sinfín de historias y conmovedores paisajes. Una de las caras de la Patagonia que vale la pena descubrir.
En Sarmiento, a 150 km de Comodoro Rivadavia, en el centro-sur de Chubut, a partir de hallazgos científicos, se ha reconstruido la antigua fisonomía de la zona. En el casco urbano, el Parque Paleontológico Valle de los Gigantes traslada a los visitantes al mundo de la prehistoria, a través de visitas guiadas entre réplicas de los dinosaurios que habitaron la zona hace 90 millones de años. Las esculturas permiten conocer al epachthosaurio, a los pequeños aniksosaurios y a los rápidos notohypsilophodones.
Fuente: Clarin Turismo
Buscador
Circuitos: Chubut
e diel, 24 qershor 2007Publicado por El Punto Perfecto en 2:44 e paradites
Etiquetas: Mi argentina, Prov. de Chubut
Abonohu te:
Posto komente (Atom)
Nuk ka komente:
Posto një koment