Tres Arroyos, aires de mar y de campo
En plena pampa húmeda, a casi 500 km de la Capital, un circuito diferente. Las estancias, la vida cultural y los paseos por la costa. Forjada por colonos daneses, holandeses, italianos y españoles, la ciudad de Tres Arroyos, a 495 kilómetros de Capital, es el satélite natural de un área próspera, en plena pampa húmeda, siempre ligada al agro y a la industria. Sin embargo, hoy ofrece una rica vida cultural: tiene cine, teatro y una movida social muy activa que funciona en un curioso circuito. Además, el turismo de estancia que conjuga la tradición criolla y la mejor cocina típica que trajeron los inmigrantes. Muy cerca, las voluptuosas playas de Reta, Claromecó y Orense, especie de antítesis del mar Caribe. Oficialmente fundada por Dardo Rocha en 1884 -y aunque con los años tuvo sus modificaciones-, la ciudad todavía conserva su diseño original tipo damero, con la plaza principal (que aquí también se llama San Martín) como distribuidor de los edificios públicos y de las casas más importantes del pueblo, elegantes y de estilo. Tres Arroyos tiene vida propia. Aquí hay espacio para el arte y la cultura: la ciudad acaba de recuperar su Cine Tortoni con la ayuda de Ricardo Iturralde, un productor rural de la zona amante del arte. Y, por otro lado, un grupo de vecinos y actores y directores de teatro se está ocupando de terminar de restaurar el Teatro Municipal, que tiene 480 butacas, por lo que se espera que la ciudad reciba también en el futuro a grupos teatrales de otros lugares del país. Pero la movida es más curiosa todavía: funciona en las bibliotecas. En las Sarmiento, José Ingenieros y Vicente Cacuri, que funcionan como centros culturales, sitios donde se puede disfrutar de un recital, una performance poética o una muestra plástica, mientras se bebe un trago o un café. También está La Casona, un espacio con salas de exposiciones y bar literario, en la que fuera la casa de los Perusin, una familia tradicional de la zona ligada al arte y a la política. Y vale la pena visitar el Museo de Bellas Artes, donde se ven obras de Raquel Forner, Carpani, Victorica, Alonso y Kenneth Kemble. Asombroso. Pero más curiosa y excéntrica resulta todavía una visita a la Casa del Payador, donde hay material gráfico y audiovisual sobre ese arte de campo, la payada, entre la parodia y la filosofía.
De Reta a Orense
Sin embargo, es la combinación entre el campo y unas playas desérticas y agrestes lo que le confiere a Tres Arroyos su doble atractivo. Además del infaltable asado campero, los pastelitos y el mate y las cabalgatas, algunas de las estancias de la zona tienen un plus. Es el caso de la Blaavandshuk, cuyos dueños son nietos de los primeros colonos daneses que habitaron estas tierras. Allí se pueden degustar platos típicos como el puchero danés, que se hace con cordero, mucha verdura de huerta y una salsa agridulce. También vale la pena probar los postres: especialmente la espumilla de ron, con mucha crema. En este campo de 350 hectáreas también se puede pasear en villalonga, como se le llama aquí a una especie de sulki de cuatro ruedas. El casco de la estancia de los Christiansen, argentinos ya por tercera generación, es un elegante chalet europeo de mitad del siglo pasado y al mismo tiempo un museo familiar. Hay fotos de todas las épocas, y todo tipo de utensillos; antiguos moldes para el pan, prensas para hace r matambre, un molino de trigo y una aplastadora de avena. También están las viejas edificaciones que se usaban para la cría de aves, el chiquero y los galpones para almacenar granos y heno para alimentar a los caballos. Muy cerca, viajando 30 kilómetros, está el balneario de Reta, entre Claromecó y Monte Hermoso, un verdadero paraíso de dunas enormes y playas interminables, sitio ideal para disfrutar del mar en tranquilidad todo el año. Provisto de una buena campera, guantes y gorro, puede deparar momentos únicos recorrer las playas en cuatriciclo o a caballo, y si el cielo está limpio, desde una duna bien alta, contemplar el amanecer o el crepúsculo, ya que en estas costas el sol sale y se pone en el mar. Una bendición natural. Ellugar parece un desierto de agua salada y arena, salvo por algún viejo y pintoresco barco encallado que uno se cruza en una caminata interminable. Y las postales son únicas. "Esto es una especie de asilo para el alma -cuenta José Christiansen mientras una bandada de gaviotas cruza el cielo, el aire limpio y liviano de una tarde poco fría para este invierno. Acá podés venir haya sol o esté nublado, porque en las dunas hay mucho tamarisco -un tipo de arbusto que fija las dunas- que frena el viento". Para quienes gustan de la vida al aire libre, aquí también hay un camping sin transición entre el verde y la playa. Y la oferta de restaurantes de la villa es variada: hay hasta un gran bowling-pub, Santa Rosa, a la hora de la diversión. La movida ciontinúa en Claromecó y Orense, otros sitios para dufrutar del mar en estado bruto. Datos útiles Cómo llegar. Tres Arroyos está a 495 kilómetros de Capital Federal; se llega viajando por la autopista a Cañuelas y luego empalmando con la ruta 3. La empresa de ómnibus Río Paraná viaja a Tres Arroyos por $ 56 (ida, servicio cama). El tiempo estimado de viaje es de cinco horas. Dónde alojarse. El hotel Elegance Tres Arroyos tiene habitaciones dobles con desayuno por $ 205, IVA incluido (reservas al 02983 42 9100). Pasar el día en la estancia Blaavandshuk cuesta $ 140 por persona, con comidas y actividades (cabalgatas y paseos) (02983 42 3387).
Información
Turismo de la Municipalidad de Tres Arroyos: Av. Moreno 467; (02983) 43 4366. www.tresarroyosturismo.com.ar
Fuente: Clarin
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