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Tendencia - Primera clase

e martë, 18 shtator 2007

Para pasajeros VIP, inédita atención personalizada

Vuelos privados y una terminal, propia de Lufthansa, para evitar el mal humor.

FRANCFORT.- Llegar hasta el avión es, con suerte, una aventura sin emociones. Hay que sortear obstáculos, poner cara de bueno para evitar contratiempos y aceptar todas las indicaciones en nombre de la seguridad. Será diferente en algún momento, pero mientras tanto la realidad llevó a varias compañías a buscar soluciones y aprovechar la necesidad imperiosa de una porción del mercado, que busca mejores condiciones..., cueste lo que cueste.

Presentarse dos o tres horas antes de un vuelo es una molestia generalizada, pero como el tiempo es dinero para hombres y mujeres de negocios, son ellos los principales destinatarios de propuestas de "primera clase" cada vez más sofisticadas.

La oferta puede incluir la agilización de los trámites, pero también el confort. En esta ciudad, por ejemplo, todo un edificio del aeropuerto es exclusivo para pasajeros VIP de Lufthansa, que pueden presentarse 20 minutos antes del vuelo, pasar los controles sin hacer cola y llegar hasta las escaleras del avión en un auto de lujo.

Hasta el mínimo detalle está contemplado en esta terminal. Tras pasar por los sensores de metales, un asistente se ocupa de las maletas e invita a disfrutar de un espacio de 1800 metros cuadrados, elegante y con estilo minimalista, donde el silencio es casi total.

La gente ni siquiera conversa, ya que viaja en su mayoría sola, y está conectada con sus laptops, lee o descansa. El restaurante ofrece un menú sofisticado, mientras que en habitaciones vidriadas uno puede elegir un disco o una película, para ver en grandes plasmas. Hay baños con duchas y bañeras y dos cuartos para dormir una siesta. El lugar está pensado para que los pasajeros en conexión ni siquiera piensen en salir de la terminal.

Minutos antes del vuelo se hacen aquí mismo los trámites de migración, en un puesto especialmente instalado (el gobierno alemán apoyó con fuerza esta propuesta de su aerolínea de bandera). Después uno sube a un Mercedes-Benz cero kilómetro, que se cambia cada seis meses, y va directo hasta el avión, que ya tiene los demás pasajeros a bordo.

Mientras las principales compañías del mundo ganan terreno en los aeropuertos con lounges exclusivos para sus clientes, el concepto de terminal propia es una de las propuestas más novedosas. Para acceder a la First Class Terminal, hay que partir hacia cualquier destino en un asiento de primera clase o tener la tarjeta negra de la aerolínea, que se obtiene acreditando unas ¡600.000 millas! en un lapso de dos años. Es decir, unos diez vuelos en Business de Buenos Aires a Medio Oriente (ida y vuelta) o doce en primera clase desde Buenos Aires hasta Europa.

Entre otros pasajeros frecuentes, la aerolínea alemana tiene registrado un cliente que, por ejemplo, realizó 380 vuelos en 2007, más de un viaje por día como promedio. Si bien es un caso atípico, aseguran que hay miles en el mundo con frecuencias similares, de manera que para facilitar aún más sus condiciones, en los próximos meses la compañía implementará un sistema de pases mediante huellas digitales y el envío del boarding-pass directamente al teléfono celular, para lograr más agilidad que, incluso, con el e-ticket.

En Jet privado

Juliette, la azafata, no da indicaciones de seguridad moviendo los brazos en un pasillo, sino personalmente a cada uno de los pasajeros, distribuidos en tres grupos de asientos enfrentados. El viaje de Francfort a Munich será de 45 minutos, tiempo suficiente para disfrutar de un rico Krug, canapés de varios colores, y sobre todo, del mismísimo vuelo, en un Jet para doce pasajeros, que es el más grande de la flota utilizada por Lufthansa para los viajes personalizados.

Se puede hablar por teléfono y fumar a bordo. Implementado en marzo, el servicio ofrece la ventaja de llegar hasta mil aeropuertos de Europa, la mayoría de ellos inaccesible con aviones comunes. Los viajes cuestan desde 10.000 euros, que para muchas compañías no son cifras exageradas, ya que la tarifa es por vuelo (no por pasajero), y el avión permite llegar hasta el lugar exacto donde una empresa tiene, por ejemplo, un gasoducto o una represa.

También lo utilizan quienes buscan un viaje placentero, como un padre latinoamericano (la azafata no recuerda de qué país) que llevó a su hija hasta Viena para que festejara los 15 años, o por cuestiones de horarios, como las de un DJ que suele pasar música en Ibiza y, la misma noche, en Berlín.

Fuente: La Nacion

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