Chapelco, la gran fiesta del esquí
El centro está a pleno y con más infraestructura. San Martín de los Andes y las termas de Epulafquen. San Martín de los Andes es un pueblito que está semi oculto en el Parque Nacional Lanín, al pie de la cordillera. Con su entorno de ríos, cascadas y bosques, la ciudad fascina por su particular estética de madera y piedra, que le otorga la calidez y el encanto típicos de una aldea de montaña. Centro turístico por excelencia, a esta villa neuquina no le faltan numerosas propuestas hoteleras ni gastronómicas. Pero, sin dudas, cuando rige el invierno, la actividad gira a 20 km de San Martín de los Andes y a casi dos mil metros más cerca del cielo: en la cumbre de Chapelco. Con sus pistas de dificultades diversas y excelente calidad de nieve -que este año viene en generosas cantidades-, Chapelco combina adrenalina y paisaje. La imponente vista del lago Lácar, el silencio de los bosques de lenga y la impresionante presencia del volcan Lanín en el horizonte cordillerano hacen de este lugar una opción única para practicar deportes en la nieve. Con sus 22 pistas, 11 medios de elevación -entre ellos, un teleférico para seis personas que traslada unos 1.800 esquiadores por hora-, Chapelco es uno de los centros de esquí más interesantes de la Argentina. Este año se ha estrenado una de las aerosillas más modernas del Cono Sur. Con capacidad para cuatro personas, este medio aumenta la capacidad de traslado a 7.000 esquiadores por día, frente a los 4.500 que podían subir anteriormente. Son, en suma, 140 hectáreas esquiables con pendientes que varían entre los 20 y los 45 grados. La permanente presencia de las patrullas hacen del cerro un lugar en donde la aventura se conjuga con la seguridad. Y todo puede hacerse aquí: esquí alpino, de fondo, de travesía y, claro, también snowboard. A esto se suman los paseos en motos de nieve, trineos impulsados por perros huskies siberianos y las caminatas por el bosque con raquetas de nieve. Humo sobre el agua
A una temperatura que contrasta con la de las pistas, un nuevo atractivo se alza en el corazón del Parque Nacional Lanín: las termas de Epulafquen. Ubicadas en un bosque, a 82 kilómetros de San Martín de los Andes, Lahuen Co -así se llama- es un spa termal de montaña que ofrece tratamientos de desintoxicación en pleno contacto con la naturaleza. Un té da la bienvenida antes de entrar en el circuito de los baños termales en las piscinas, una de ellas al aire libre, en medio del espectacular entorno. Con el cuerpo ya relajado se puede tomar una sesión de zen shiatsu bajo la atenta mirada del maestro japonés Eiji Mino. También se puede optar por una sesión de masajes. El programa es más amplio: incluye clases de yoga, demostraciones de cocina oriental, Tai Chi, paseos y tentaciones para el paladar en el restaurante gourmet y casa de té que completa la propuesta.
La buena mesa
La gastronomía es otro de los puntos fuertes de San Martín de los Andes. La cocina local es uno de los sellos distintivos. Ingredientes regionales como las carnes de ciervo, trucha y jabalí, los hongos de pino y ciprés y los frutos rojos adornan los platos. En el restaurante Los Notros se ofrece un menú ciento por ciento patagónico: una entrada de patés, escabeches, ahumados y fiambres; un plato de carne de ciervo a la crema y postre. Otro clásico de la zona, la parrilla Ku, ofrece el célebre cordero al asador, además de platos a base de ciervo y búfalo. Los ahumados son, aquí, sabores emblemáticos y el ahumadero El Ciervo uno de sus "santuarios". Mario, su dueño, aprendió las técnicas de los antiguos pobladores y utiliza los leños de la zona para ahumar carnes luego de un proceso que se inicia con un buen salado y un paciente secado. Su receta -todo un secreto- da por resultado productos que son una fiesta para el paladar. Las especialidades de la casa son la trucha, el ciervo y el jabalí, acompañados por unos trocitos de queso también ahumado. El chocolate es otro sabor clásico de la ciudad de San Martín de los Andes. En Abolengo se pueden degustar exquisiteces artesanales. A la hora del té, es imposible resistir, por ejemplo, la tentación de las barras de chocolate con leche, blanco, semiamargo o relleno con frutas. O negarse ante un delicioso alfajor casero o no atender el llamado de los bombones. En el circuito nocturno, la novedad es el pub Munich, una cervecería alemana con historia en Buenos Aires. Cuando cae el sol y las melodías inundan el ambiente, la cerveza entra a correr por las gargantas. Una forma de celebrar el fin del día y la espera del que está por llegar para que todo empiece de nuevo.
Fuente: Clarin
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