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Alma de valija

e hënë, 24 shtator 2007

Los viajes en familia, un modelo para armar.

Es fundamental buscar alternativas para todos.
Las cosas lindas son para compartir. Por eso son muchos los que quieren viajar con sus hijos. Y cada vez con criaturas más pequeñas. Cuando subo al avión buscando mi lugar, uno de mis deseos es que no me toque sentarme al lado de un nene de pecho pensando que no voy a poder dormir. Y siempre me equivoco. Porque el crío sueña en silencio como un bendito, acomodado en la geometría variable de la mamá que se las ingenia para transformar en sofá cama el estrecho asiento de la clase económica. Salvo que al bebe le dé un berrinche, una turbulencia sonora que exija toda la paciencia de la azafata y el pasaje.

No suele pasar lo mismo si nos toca un chico un poco mayor, los que están en esa terrible época que comienza poco después de los dos o tres años, cuando los nenes son encantadores. En ese caso, la responsabilidad pasa a ser del matrimonio porque un chico malcriado en el aire es la versión ampliada del mismo en tierra. Quiere hacer de todo y al mismo tiempo con sus jueguitos y sus ganas de moverse para golpearnos en los tobillos cada vez que se levanta. Menos mal que la música aplaca a los niños con sus auriculares de MP3, que comienzan a usar apenas dejan el chupete. Las niñas son bastante mejores por las ventajas del sexo femenino en casi todo.

Esta es la parte visible del iceberg de viajar en familia. Que ya tuvo su odisea al armar las valijas, que es un problema terrible entre las medidas de seguridad y la demanda de no olvidarse los juguetes. Sin hablar del cochecito, la carga de pañales, alimentos a bordo, etcétera, porque madre hay una sola. Nadie podría hacer lo mismo.

Pero lo más difícil comienza cuando llegan a destino. En especial a medida que los chicos crecen, lo que pasa aceleradamente sin que nos demos cuenta que tenemos un Puma al lado creyéndolo un bebe. Contrariamente a lo que nos gusta pensar los sitios no son igualmente atrayentes para todos. El milagro de Orlando no siempre se da porque lo que es bueno para unos resulta un plomo para otros.

Elegir con tiempo

Esta batalla doméstica por la elección recuerda la versión corregida entre las parejas que prefieren el mar o la montaña, las ciudades o el campo, el país o el exterior. Por eso puede resultar útil elegir con tiempo lugares y hoteles con la participación más amplia para que nadie quede afuera y luego patee el tablero de la convivencia.

La riqueza del actual catálogo turístico y la diversidad de presupuestos es una herramienta utilísima. Porque antes hablamos del avión y muchas veces lo ideal puede ser el propio auto, llevarse la casa a cuestas con la ventaja de decidir sobre la marcha. El tren, en especial en Europa, pasa a ser una caravana de exploración y disfrute con tranquilidad porque el viaje forma parte de la diversión ya que no hay nada más lindo que acodarse en la ventanilla para ver pasar el paisaje. También un crucero es un medio ideal no sólo para andar por el Caribe, sino hacer combinar navegación por mar y visita de ciudades en el Mediterráneo o el sur argentino.

Me permito tirar sólo algunas ideas al azar porque las vacaciones son un modelo para armar. Cada familia es un mundo y en ella conviven los tres poderes republicanos (ejecutivo, parlamentario y judicial). Sin olvidarse de los amigos de los chicos, los compañeros de escuela, lo que está de moda, porque los hijos pertenecen más a su tiempo que a sus padres.

Fuente: La Nacion

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