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POSTALES-NEUQUEN

e hënë, 24 shtator 2007



Villa Pehuenia, mi tierra

Una aldea de montaña que tiene en los mapuches su más genuino rasgo de identidad. Los lagos y el volcán. A la vera de los lagos Aluminé y Moquehue, Villa Pehuenia es una encantadora aldea de montaña. Escondida entre serpenteantes caminos y bosques de araucarias, alberga una comunidad mapuche que es toda una marca de la identidad de la zona. Portal natural del llamado "corredor de los lagos", la localidad del centro oeste de Neuquén se dilata sobre una vasta superficie junto a estos dos espejos de agua. Las coloridas cabañas de madera y piedra se confunden con los bosques -bastante alejadas entre sí-, como para que la villa no sea un conglomerado uniforme. Surgida a fines de los años 80, la aldea se constituyó en municipio hace tres años. Esto explica algunas cosas que se suman a su encanto. Por ejemplo, que sus calles caprichosamente trazadas todavía no tengan nombre, lo que resulta toda una invitación a perderse. Y si yendo por esas callecitas se inicia una charla con algún lugareño que se ocupará orientar al forastero, se obtendrán algunas pistas impensadas sobre la historia de la región. Se podrá saber, por ejemplo, que Villa Pehuenia fue concebida desde el principio como un centro turístico. Por eso, no llama la atención la disponibilidad de alojamientos que hoy suman cerca de mil plazas. "En el verano no damos abasto, y la temporada invernal viene creciendo con fuerza", aseguran los lugareños, pero aclaran: "queremos seguir siendo un lugar tranquilo".

Historia de mapuches


Más que con una estrategia de marketing, esto tiene que ver con la vida de muchos de los habitantes de la villa. Por un lado, los que decidieron abandonar sus ciudades para aventurarse en el silencio de la Patagonia. Y, por el otro, los mapuches, señores de estas tierras.
Es que en este confín de los Andes, cercano a Chile, la presencia de los originarios se siente con fuerza. La comunidad Puel, que agrupa a varias familias con un ancestro en común, es dueña de grandes extensiones de tierras cercanas a la localidad, entre las cuales se alza un atractivo único: Batea Mahuida -cerro con forma de batea-; un volcán que está a 10 kilómetros de la villa, donde funciona un parque de nieve que administra dicha comunidad. Con tres pistas -Monkol, Chankil y Quetroko-, dos medios de elevación, una zona de aprendizaje y circuitos para trineos y esquí de fondo; las tierras que antes servían para el pastoreo del ganado se convirtieron en un punto de referencia para los visitantes de la zona. Además, este centro resulta la principal fuente de ingresos de esta población. Batea Mahuida, está orientado a principiantes, por eso, en sus suaves laderas reina un ambiente familiar donde los chicos y los no tanto se inician en los diferentes deportes de nieve. Desde la cumbre del cerro se tiene una vista completa del paisaje que lo rodea: el cráter del volcán transformado en lago, los picos nevados del Lanín y de los chilenos Icalma y Villarrica. Como resultado de una privilegiada ubicación geográfica, aquí aseguran que este cerro tiene una de las temporadas de nieve más prolongadas, desde junio hasta octubre. Los viernes, durante el atardecer, los visitantes pueden presenciar un espectáculo único: miembros de la comunidad Puel descienden por la pista con sus tradicionales vinchas y ponchos. "Imitamos el vuelo del cóndor", explica uno de los instructores mapuches. Es que estas aves dominan el cielo de Pehuenia.

El piñón de la araucaria


La inserción de las comunidades mapuches en el impetuoso desarrollo turístico de la villa facilitó la difusión de numerosos aspectos de su cultura, entre ellos el relacionado con la gastronomía. El piñón de la araucaria es uno de los ingredientes principales esta cocina. Cuenta la leyenda que esta fruta fue considerada durante siglos intocable hasta que durante un invierno particularmente crudo, un guerrero llamado Ñehueñ descubrió las virtudes de este alimento. Las reglamentaciones con respecto al uso del piñón son estrictas: sólo los miembros de la comunidad mapuche pueden recolectar el fruto y luego comercializarlo entre los locales de la zona. Así, en la villa se pueden conseguir desde alfajores de harina de piñón hasta una infusión muy parecida al café; o bien encontrar los frutos como ingredientes en platos de trucha o como escabeche para una picada. Aunque la cultura mapuche convive armoniosa con la de los "huincas" (así llaman a los blancos), hay cosas que permanecen dentro del territorio de lo sagrado. Una de ellas es el mudai, una bebida de piñón fermentado que está prohibida para los turistas. Tal vez es mejor así: no conviene irritar a los dioses que permiten que todos, sin distinción de razas, disfruten de los encantos de Villa Pehuenia.

DATOS UTILES

Como llegar. Villa Pehuenia se encuentra a 1.600 kilómetros de Buenos Aires, y a 315 de la capital neuquina. El acceso es por Zapala, y se puede llegar por las rutas 13 y 46, o bien por la 40 y luego por la 242 que va hacia el paso fronterizo Pino Hachado. Todas estas rutas suelen ser accesibles en invierno, pero conviene consultar a Vialidad Provincial al llegar a Zapala, o llamar al 0810-333-7882 para asegurarse la transitabilidad del camino.

Donde alojarse. Hosterías desde $ 190 a $ 260 la habitación (Hostería Al Paraíso); desde ($ 300 (Puerto Malén); y desde ($ 450 (La Escondida). Las cabañas para cuatro personas $ 250 (Cabañas Las Terrazas).
Actividades. Pase al cerro Batea Mahuida, $ 35 por día. Clases de esquí desde $ 25.

www.neuquentur.org
www.villapehuenia.gov.ar

Imperdibles


Si hay nieve, hay aventura
Mientras dure la nieve, en la villa se pueden hacer caminatas con raquetas de nieve. Hay varios programas, diurnos y nocturnos, algunos incluyen una comida en la casa de una familia mapuche. Otra paseo invita a navegar las márgenes de los lagos y acercarse a sus islas. Hay más alternativas en las localidades cercanas. En Aluminé (a 60 kilómetros) organizan expediciones de snowboard fuera de pista. En Moquehue (a 30 kilómetros) hay paseos en trineos tirados por perros samoyedos. Hay excursiones de media hora para los que quieren probar la experiencia, y paseos de un par de días con acampe incluido para los fanáticos.

Fuente: Clarin

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