Doma de caballos y polo de campo
Sobre la ruta 2, a 343 kilómetros de Buenos Aires, Los Santos Inocentes y El Arazá despuntan el vicio ecuestre; además, un almacén rural Un enhiesto Jorge Cúneo, de 81 años, nos recibió bien temprano, un martes lluvioso de septiembre, en la estancia Los Santos Inocentes, de Coronel Vidal, a 343 km de Buenos Aires sobre la Autovía 2. Tiene el pelo corto y la espalda erguida a pesar de los años, y unos ojos grises azulados que cuando explican algo se encienden y hacen juego con el pañuelo del mismo color. Es un buen paseo para disfrutar de los caballos y ver la doma sin alardes ni maltratos y escuchar a este hombre de trabajo cuya sabiduría se refleja en cada gesto. Jorge y su hijo Gaspar se dedican a la cría y doma de caballos y a la docencia: Los Santos Inocentes es una escuela de amanse única en el mundo, que conserva el trabajo artesanal y profesional que implica el amor por los caballos. "Son 350 horas de curso teórico-práctico, casi cuatro meses, y se aceptan no más de cuatro o cinco alumnos con condiciones para el trabajo. Es una tarea artesanal, porque si uno se marea con el éxito, fracasa; por eso nosotros en vez de agrandar nos vamos achicando", cuenta Cúneo, mientras se ríe. Lo primero es conseguir que el caballo tome confianza y ganarse su amistad. "Hacemos mezcla de doma tradicional bien entendida con el amanse que practicaban los indios. Por un lado, recibí las enseñanzas de mi abuelo guaraní y de Manuel Giles; por el otro, aprendí equitación con algunos militares, como mi amigo el coronel Koporosky", aclaró Cúneo. Conseguir que un animal de presa, el caballo, sea montado por un depredador, el hombre, es el primer logro. Cuenta Cúneo que la doma comienza cuando el animal alcanza los 3 años, porque antes no está maduro psicológicamente. El proceso dura entre 10 meses y un año. "Por supuesto que hay excepciones. Con la mejora de la genética a veces los animales aprenden mucho antes, pero ahora se apura todo demasiado y eso no es bueno. Tratar a un caballo como una mascota es el peor insulto, porque es un animal muy inteligente y sensible. El desafío es lograr la amistad entre el hombre y el caballo dentro de una disciplina, pero sin castigos corporales y con muchas caricias", contó. La doma tradicional se fue adaptando y ya no se utilizan algunos métodos considerados salvajes. Según la etapa de amanse en que se encuentren los potros, el turista podrá ver distintas técnicas tanto en el corral como en la pista cubierta o el potrero. El domador se enorgullece con razón de lograr que sus alumnos aprendan un duro oficio que les permitirá llevar sus conocimientos a las caballerizas del emir de Kuwait, por ejemplo. Su hermoso libro Doma de caballos da cuenta de este trabajo, así como las cartas que le envían sus ex alumnos desde los más exóticos rincones del planeta. El Arazá
A pocos kilómetros de Los Santos Inocentes, por un camino de tierra -los autos deberán tener doble tracción o pasar con buen tiempo, si no corren el riesgo de quedarse en el barro-, Manuel Vismara, de El Arazá, atiende personalmente a los polistas que llegan a aprender a su estancia de 500 hectáreas. Manuel, de 28 años, practica desde los 15, y jugó un par de temporadas en el exterior para luego volver a sus pagos. Una casa de campo de ladrillos a la vista y pisos de cemento alisado con cerámicos, llena de sol que se cuela por las aberturas y detalles de buen gusto, es el sitio sin lujos innecesarios donde se alojan los interesados en el mundo ecuestre. Desde las ventanas se descubre la bellísima manada de yeguas y potrillos corriendo por el potrero, o los boxes donde se guardan algunos de los 35 caballos que saldrán a la venta esta temporada. El Arazá es una estancia de cría caballos de polo argentino y pura sangre de carrera. Desde la ventana de la cocina se cuela el trabajo que comienza, a las 5, con la alimentación de los animales y sigue con el vareo, el cambio de cama para que no vivan en un estercolero y un largo etcétera. Acá, claro, también se doman los animales, y Manuel es otro experto en el tema. Entre actividad y actividad, Alejandro Harisgarat, Facundo Zamora, Fernando Erreguerena y Manuel Vismara convidan mate, y desgranan historias y chistes mientras esperan o descansan. "Principalmente, acá se viene a jugar polo de campo. Aunque con la Municipalidad de Mar Chiquita organizamos un circuito que incluirá la visita a Los Santos Inocentes, La Esquina de Argúas y el asado en El Arazá, para pasar un día de campo en contacto con el mundo de los caballos", contó Manuel. Los eventuales polistas salen a taquear por la mañana, almuerzan, y luego la tarde es libre para dormir la siesta o bañarse en la pileta. A partir de las 5, taquean un rato más hasta el anochecer. Las estadas son de entre una semana y 20 días.
Como las de antes
Más cerca de Los Santos Inocentes que del Arazá, en un camino interior que unía Dolores con Sierra de los Padres, la Esquina de Argúas es un almacén de campo que comenzó a funcionar alrededor de 1817. Conserva las paredes blancas e irregulares, y la reja de antaño, y sigue salvando a más de uno que se olvidó los fósforos, el querosén, las alpargatas o el vaso de caña para darse ánimos y seguir trabajando. La Esquina de Argúas lucha estoicamente contra el abandono, un almacén de los que ya no quedan y que antes era parada obligada, incluso de los paseos a caballo de los veraneantes de los campos vecinos. Unos pocos kilómetros más y se llega a Coronel Vidal, cabecera del partido, con un monumento de la yegua con su potrillo. Ahí, todos los veranos se celebra la Fiesta Nacional del Potrillo. Por su cercanía a Buenos Aires, Coronel Vidal es una propuesta original y válida para escaparse por el día y dormir en Mar del Plata, si el lector no es un polista, pero sí un amante de los caballos.
Datos útiles
* El Arazá, polo de campo: $ 900 por día, todo incluido ( 02266) (15) 44-3587.
* Escuela de Amanse Los Santos Inocentes. Informes, por el (02268) (15) 51-8261, o cuneogaspar@yahoo.com.ar
Más información
* Secretaría de Turismo y Medio Ambiente del partido de Mar Chiquita, (0223) 460-2433, o turismomarchiquita@cootelsernt.com.ar
Fuente: La Nacion
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