Pinamar & Cariló
El calor se acerca y los planes y las dudas sobre cómo estará la costa atlántica esta temporada comienzan a ser tema de conversación frecuente. Pinamar y Cariló, en particular, se preparan con optimismo, a pesar de los notorios aumentos en los alquileres y en otros precios
CARILO.- Despacio. Gnomos jugando. El cartel se asoma entre los pinos, aromos y acacias que envuelven Cariló, donde tampoco falta algún apart que se llame Las Hadas; una chocolatería como La Casita del Bosque; una Villa Alpina que -sin dejar de ser bizarra-, parece sacada de un cuento; duendes de yeso en los paseos comerciales, y otras tantas referencias al bosque encantado de la costa atlántica.
Aunque más que gnomos, hadas y duendes, en el coqueto balneario abunda por estos días otro tipo de seres, no necesariamente mitológicos ni de tamaño micro: bolsas de ladrillos, mezcladoras de cemento, cuadrillas de obreros y pozos gigantes. Las construcciones avanzan a paso afiebrado porque, se sabe, del 15 de diciembre al 15 de marzo los martillazos están terminantemente prohibidos.
Y hay que apurarse: para esta temporada está prevista la inauguración de dos nuevos complejos de alojamiento, Cariló Sul Mare, un apart residencial con servicios hoteleros frente al mar, y Piedras Blancas, ídem, pero sobre la calle Aromo; una galería comercial, Paseo Innsbruck, con la confitería homónima y otros siete locales; la remodelación total de la Feria del Bosque, otra galería que a su vez estará unida al Paseo Innsbruck; y dos restaurantes, Burzaco, de cocina vasca, y cuya versión original está en San Telmo, y Settimo Cielo, de comida europea con especialidad italiana.
Claro que también se trabaja en otros seis proyectos que, se prevé, estarán listos hacia fines de 2008. Los más llamativos sean acaso los que lleva adelante el grupo Samba, no sólo porque está levantando nada menos que tres condominios sobre la playa (Sea View, Sea Breeze y Sea Point), sino porque se trata de la primera inversión norteamericana en el lugar.
Lo que da una idea de lo lejos que quedaron aquellos tiempos, paradójicamente no tan lejanos, en los que Cariló era un desierto de médanos boscosos y no pocos argentinos (sobre todo del interior, cuenta un empresario hotelero) preguntaban si este paraíso desconocido se encontraba en la Patagonia, confusión bastante entendible si se tiene en cuenta la raíz mapuche del nombre (Cariló: médano verde).
Tanto creció la localidad que, en realidad, la verdadera novedad pasa por otro lado: a las 600 hectáreas que hoy conforman Cariló, en las cuales quedan muy pocos terrenos vacíos, ya hay 1400 casas y 54 hoteles, muy pronto se agregarán otras 40, de un total de 1000 hectáreas que todavía quedan forestadas. La extensión se hará hacia el Sur (es decir, en dirección a Gesell), en lo que hoy son las tierras de Carlos Guerrero, uno de los herederos del antiguo propietario y mentor de Cariló, Héctor Guerrero.
Por lo pronto, se sabe que la nueva sección será fraccionada en 120 lotes, siguiendo el trazado original que fija con precisión tres áreas bien delimitadas: para hospedaje, para comercios y para residencia. Lo que no se sabe es a qué precio saldrán a la venta los nuevos terrenos (en Cariló, un lote de 800 m2 se vende entre 40.000 y 150.000 dólares), ya que para eso primero deberán terminar las cloacas. Y eso, aseguran los que están en tema, se concretará en apenas un mes.
Porque lo cierto es que el proyecto de la ampliación daba vueltas hace ya un tiempo, pero los términos eran claros: sin cloacas no hay habilitación. Es lógico: la explosión de obras en Cariló no tiene correlato en el nivel de la infraestructura (el gas natural, por ejemplo, llegó hace cinco años), cosa que preocupa, y cómo, a sus vecinos. No sólo por el riesgo de que las construcciones terminen por dañar las napas subterráneas. También temen que el boom de emprendimientos transforme el perfil del balneario y desvirtúe sus códigos originales, que mantienen rigurosas consignas tales como calles de tierra y ausencia de alumbrado público.
Ya no es lo que era
Desde la Sociedad de Fomento dicen que Cariló ya no es lo que era, que se talaron árboles y rompieron médanos sin que nunca se midiera el impacto ambiental. De todos modos, la asociación de vecinos, que puja por el crecimiento armónico y controlado del lugar, logró frenar la construcción de un polémico complejo de cines, aunque los carteles que rodean el pozo de la calle Boyero sigan anunciando la llegada de Cinema Cariló. El año que viene, el predio será reconvertido en un nuevo paseo de negocios.
Los detractores del proyecto no eran sólo ambientalistas y enemigos del ruido. Existe una preocupación general por la falta de estacionamiento en el balneario, y lo último que se necesita acá son más autos. De hecho, los atascos en un día nublado de enero, ni hablar si es fin de semana, son un auténtico martirio. Los caminos principales están tan destruidos que se presentó una propuesta para mejorar las calles de acceso, Cerezo y Divisadero, con una suerte de entoscado. Porque aunque asfaltar es mala palabra en Cariló, la verdad es que con tres días seguidos de lluvia no se puede salir.
El otro dolor de cabeza para residentes y turistas por igual son los cuatriciclos. No tanto por el berrido infernal que despiden estos aparatos, sino porque sus precoces pilotos, muchos ni siquiera llegan a los pedales de cambio, suelen irrumpir en médanos y playas a toda velocidad, la mayoría de las veces sin casco, mientras los controles para restringir el uso de esas máquinas por menores aún brillan por su ausencia.
"El verano pasado apareció un enano que venía a todo lo que daba por los médanos gritando Papaaá, ¡¿cómo se para esto?! ", recuerda Amanda Solleveld, vecina de todo el año, que además se queja porque el avance de los cuatriciclos y 4x4 ha degradado médanos y arrasado las almejas.
Justamente para evitar ser arrollado por un cuatriciclo, y para buscar la tranquilidad tan ansiada, Emiliano Sotomayor decidió tomar las vacaciones en febrero.
"Enero estalla. Hay colas de autos y de gente para todo; comer afuera sin reserva es misión imposible, y al final terminás en la misma rutina que en Buenos Aires", dice, mientras ojea casas en la inmobiliaria Santamarina.
Detrás de su decisión hay otra razón de peso: los precios. En enero, el alquiler de una casa de tres dormitorios y dependencias oscila entre 10.000 pesos y 30.000 dólares el mes, mientras que en febrero las rebajas llegan al 30 e incluso al 40 por ciento.
Además, este año los alquileres de enero comenzaron a cerrarse inusualmente temprano, tan temprano como en las vacaciones de invierno, cuando tradicionalmente arrancaban el fin de semana largo de octubre.
Porque con cine o sin él, cuatriciclos o cloacas, el encanto de los bosques de Cariló, de sus playas anchas, de su buena arquitectura y ambiente familiar, se mantiene, por ahora, intacto.
Turismo de convenciones, una nueva posibilidad
Un poco gracias a su entorno privilegiado, otro tanto debido a que los negocios permanecen abiertos fuera de temporada, buena parte por su cercanía a la ciudad de Buenos Aires, y mucho más porque ofrece servicios de primer nivel, Cariló logró lo que en otros balnearios cuesta tanto alcanzar: turismo todo el año.
En los últimos tiempos, además, el balneario apostó a un nuevo segmento de mercado, el corporativo, también con el objetivo de romper la estacionalidad. Para eso lanzó Destino Cariló, un emprendimiento que agrupa 10 hoteles y un total de 900 plazas, 10 centros de spa, 15 piletas climatizadas y varios salones para conferencias y eventos.
"Hay congresos médicos de, por ejemplo, 800 personas, y las instalaciones de un solo hotel no alcanzan. En cambio, si nos asociamos sí podemos realizarlos", cuenta Carlos Montaldo, de la cadena hotelera Australis.
Además, Destino Cariló armó una agenda de eventos para la temporada baja de 2008, especialmente para abril, junio y septiembre. Por ejemplo, en abril estará la Semana de las Artes, con exposiciones de cuadros y fotografías, presentaciones de distintos artistas y espectáculos de canto lírico y vocal. En junio, en tanto, se organizarán torneos de golf y de bridge, y en septiembre llegará el turno de la vida sana. Brindarán charlas médicos y dietólogos; habrá presentaciones que irán desde el cuidado del medio ambiente hasta tratamientos estéticos; no faltarán las clases de gimnasia, y por supuesto, la agenda gastronómica tendrá un lugar preferencial.
Datos útiles
Cómo llegar
* Por la ruta 2 hasta el cruce de Dolores, luego por la ruta 63 hasta Esquina de Crotto, hasta empalmar la ruta 56 hasta Pinamar. Allí se toma la ruta 11 para llegar a Cariló.
Dónde dormir
* El espectro de hoteles y aparts, todos de 3 y 4 estrellas, es amplio. Una doble al mar en un apart 4 estrellas en enero, por ejemplo, está en un promedio de $ 4500 la semana.
En Internet
* www.bosqueyplayacarilo.com
Fuente: La Nacion
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