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Más maravillas

e hënë, 3 dhjetor 2007




Finalistas, con mención de honor

Siete es sólo un número clave; las maravillas naturales de la Argentina son muchas más


Bosque de Arrayanes

Neuquén

El bosque de árboles color canela que creció en la península de Quetrihué, a 12 km de Villa La Angostura es único en el mundo.

Los arrayanes son arbustos que suelen crecer a orillas de lagos y ríos, pero en esta zona se formó un denso bosque con características especiales: ejemplares de troncos anchos con una altura de más de 15 metros y de hasta 650 años. Hay un circuito de pasarelas para recorrerlo y una confitería. Se puede llegar en catamarán desde Bariloche y Villa La Angostura, pero una buena manera de descubrir más especies y aves es en bicicleta o a pie desde la villa.

Parque Nacional Talampaya

La Rioja

Este inmenso desierto rojo de 215.000 hectáreas, tallado con curiosas formaciones por la fuerza del viento zonda y el agua durante 200 millones de años invita a un viaje al pasado.

Tiene murallones de más de 100 metros de alto de piedra roja, quebradas, cañadones, pinturas rupestres y formas moldeadas por el viento y otros agentes erosivos. A 207 km de la ciudad de La Rioja, es como un gran cementerio de fósiles de moluscos, insectos y plantas que surgieron durante esa explosión de vida animal que fue el triásico, hace 200 millones de años, cuando la zona estaba cubierta de lagos y grandes ríos.

Salinas Grandes

Salta y Jujuy

A 3500 metros de altura sobre el nivel del mar, las Salinas Grandes son un llano de 2000 km2, compartidos entre Salta y Jujuy, de donde se obtiene buena parte de la sal que se consume en las mesas argentinas. El inmenso salar tiene un aspecto bastante lunar, con hexágonos que forma la sal en el suelo multiplicados hasta el infinito.

Las salinas son una cuenca endorréica (que no tiene salida al mar), en la que desembocan cuencas fluviales que bajan de la Cordillera. El agua lava la serranía rica en minerales hasta estancarse en esta depresión y formar el inmenso valle de sal.

Canal de Beagle

Tierra del Fuego

Navegar por el Fin del Mundo es siempre una experiencia maravillosa.

El Canal de Beagle, frente a la costa de Ushuaia, atesora historias de antiguos navegantes, con naufragios incluidos, naturaleza virgen y una de las mejores panorámicas de Ushuaia, recostada al pie de la cordillera austral. Este valle profundo y angosto que separa la isla de Tierra del Fuego del archipiélago Cabo de Hornos es la obra de un glaciar que empezó a desaparecer hace 16.000 años.

Parque Nacional El Palmar

Entre Ríos

Es un gran bosque de palmeras yatay, más propio del Caribe que de estas latitudes. A 50 kilómetros al norte de Colón, por la ruta nacional 14, se llega a este predio de 8500 hectáreas, que guarda una diversidad de especies vegetales y animales. Los ejemplares de yatay, que tienen cerca de 300 años, son en un relicto de palmeras australes que no tiene similitud en el mundo, sobre un suelo que esconde fósiles del titánico argyrosaurus, de hace 80 millones de años.

Volcán Lanín

Neuquén

Sin estar entre los más altos del país, el volcán Lanín merece un espacio como maravilla por ser un cono perfecto, siempre nevado, que domina el Parque Nacional Lanín y que se ve prácticamente de todos lados. Con sus 3776 m supera en casi 2000 m las cumbres que lo rodean. Está 110 km al norte de San Martín de los Andes y es accesible para los que desean subirlo.

Saltos del Moconá

Misiones

Sobre el río Uruguay, en un punto limítrofe entre Misiones y el estado brasileño de Rio Grande, en el sudoeste misionero, en plena zona selvática, los saltos del Moconá son las otras Cataratas de la Argentina, las menos conocidas, pero igualmente magníficas.

Miden tres kilómetros de largo y son únicas porque el río Uruguay salta de costado, paralelo a sí mismo. Es un corte transversal, a diferencia del Iguazú.

Antes de Moconá, el río mide 300 metros. De repente, por una falla geológica, se angosta hasta los 25 y forma un pliegue sobre sí mismo.

Según el nivel del río, los saltos aparecen y desaparecen. Si llovió mucho es probable que no se los vea porque el agua tapa las caídas, como si nunca hubieran existido.

Desde El Soberbio son alrededor de 80 kilómetros por un camino de tierra, entre serranías boscosas, que puede resultar intransitable en temporadas de lluvia, muy frecuentes en la zona.

Fuente: Nacion

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